La explosión de la calle Goya revive las tragedias de La Rondilla y La Victoria dos décadas después en Valladolid

La ciudad de Valladolid vuelve a sufrir dos décadas después una catástrofe en un bloque de viviendas dejando a 18 familias con sus hogares destruidos. La explosión de la calle Goya enmudeció a la capital por la agonía de ver arder en llamas un edificio en una aparente tranquila noche de verano y cobrándose la vida de una vecina de 53 años. La deflagración del pasado 1 de agosto que fue de una gran envergadura causó severos daños estructurales al portal número 32 así como a pisos colindantes, aunque afortunadamente, el resto de los catorce inquilinos resultaron heridos, de los cuales, los dos que mayor gravedad presentaban están fuera de peligro.

La tragedia de la calle Goya de este agosto de 2023 hizo recordar a más de uno las desgracias ocurridas veinte años antes en otros puntos de la ciudad como en los barrios de La Rondilla y La Victoria que también tuvieron víctimas mortales. Sin duda fueron dos explosiones que marcaron a toda una generación en nuestra ciudad dado que se produjeron relativamente cercanas en el tiempo y que generó una importante alarma entre la ciudadanía, y que hasta ayer ese mal recuerdo se había borrado de su mente. Además de estos incidentes, la provincia de Valladolid ha sufrido un total de siete deflagraciones por escape de gas en los últimos 26 años.

La primera de ellas se produjo en la localidad de Simancas el 14 de septiembre de 1997 cuando una explosión de propano acabó con la vida de un niño de 11 años y causó heridas a dos personas, una de ellas la madre del menor fallecido. La vivienda afectada era un chalet de la urbanización El Pichón de Simancas que registró importantes daños materiales, y a consecuencia del incidente, cientos de vecinos tuvieron problemas de calefacción aquel invierno de finales de la década de los 90. Tan solo cinco meses más tarde, se produjo el suceso más grave que se recuerda en Valladolid con una explosión de gas en la calle Cardenal Cisneros en el barrio vallisoletano de La Rondilla.

Este triste episodio se produjo el 10 de febrero de 1998 cuando un joven de 27 años y su vecina de 47 murieron en una explosión provocada por el hombre y hundió la estructura interior de las cuatro plantas del inmueble. A consecuencia del incidente, los escombros cayeron sobre un local de la planta baja dejando heridos a dos trabajadores y el edificio finalmente tuvo que ser derruido por el mal estado de la estructura que dejó en la calle a un centenar de vecinos. Ocho días después, aún con el susto en el cuerpo por lo ocurrido en la barriada de La Rondilla, un hombre de avanzada edad murió carbonizado a causa también de una explosión de gas butano a primera hora de la mañana del 18 de febrero.

Los vecinos del Cuatro de Marzo jamás olvidarán aquel fatídico episodio de la calle Pedro Mazuecos viendo como las llamas destrozaban por completo la casa de uno de sus vecinos y dejando heridas a su mujer e hija. Esta detonación también tuvo consecuencias para el resto de vecinos puesto que la entrada al portal quedó bloqueada y alrededor de una treintena de ellos tuvieron que huir por las ventanas de sus propias casas. Después del negro 1998 en Valladolid, la nueva década de los 2000 no trajo tampoco buenas noticias a la capital. A tan solo 17 días de haber comenzado el milenio, una vivienda de la calle Tierra en el barrio de La Victoria saltó por los aires causando la muerte a un matrimonio y su hija, y otras diez personas resultaron heridas.

Fue sin duda la peor manera de arrancar un nuevo año en la capital del Pisuerga donde los vecinos del bloque 5 de la calle Tierra justo enfrente de los campos de fútbol de La Victoria jamás olvidarán este atroz recuerdo. Los vecinos de este barrio no podían quitarse de la cabeza en aquel momento las muertes que habían causado los escapes de gas de La Rondilla y de Cuatro de Marzo y que les tocó de lleno en sus hogares. Este fue el último episodio de deflagraciones con víctimas mortales en Valladolid, pero en nuestra Comunidad también se produjeron otras explosiones de este tipo llevándose por delante la vida de 17 personas. La más grave en Castilla y León se registró en Palencia cuando el 1 de mayo de 2007 murieron nueve personas y otras 34 fueron atendidas por una explosión en un edificio en el portal 4 de la calle Gaspar Arroyo.

En lo que respecta a Valladolid no fue hasta 2008 cuando la ciudad sufrió otros incidentes similares, pero afortunadamente más leves ya que no se registraron muertes. Un año después de la tragedia en la capital palentina, un vecino de la calle Doce de Octubre en La Pilarica resultó herido de gravedad por una explosión de gas butano en el salón de su casa. En aquel momento, este episodio derivó en un posible intento de suicidio por parte del varón que residía en un sexto piso ya que los agentes policiales localizaron una bombona que tenía la goma cortada.

En 2014 se produjo también una deflagración sin muertos ni heridos en el barrio de Las Viudas y que destrozó por completo una vivienda. Las causas de este incidente fue el contacto de una chispa procedente del frigorífico con el insecticida con el que habían rociado la cocina recientemente. Un año después de nuevo el barrio de La Victoria volvió a ser el escenario de una explosión en la droguería y mercería Rey situada en la esquina de la calle Villanubla con San Lázaro. A causa de la misma, un hombre resultó herido con quemaduras y el motivo fue la caída de un spray cerca de una estufa de gas. Además, hace tan solo un par de años, en noviembre de 2021, el barrio de Arturo Eyries también sufrió un tremendo susto al explotar una bombona en una casa de la Plaza Paraguay, aunque no se saldó con víctimas ni heridos.

En la madrugada del 2 de agosto Valladolid volvió a sentir el estruendo que removió a toda la ciudadanía y que tras la explosión en una vivienda de la calle Goya se confirmó el hallazgo del cuerpo sin vida de Teresa B. de 53 años entre los escombros del bloque 32. La terrible explosión hizo evacuar a todo el inmueble afectado y fue cuando la familia de la víctima del 1ºC no conseguía contactar con ella, y horas más tarde se notificaba la peor de las noticias. Todos estos tristes episodios señalados anteriormente dejaron también muchos afectados que necesitaron ayuda psicológica para asimilar la pesadilla que vivieron en sus propias carnes y que les marcó para siempre.