‘Valladolid, en blanco y negro y a color’: El sillón del diablo

Valladolid esconde numerosos rincones de leyenda con secretos aún por descubrir. Sin duda, Valladolid es una ciudad histórica que aguarda episodios, muchos nunca antes contados. Valladolid Plural se ha adentrado en esta nueva sección en la única casa de Miguel de Cervantes que a día de hoy se conserva o en la leyenda del bautizo de Felipe II en el Palacio de Pimentel. Hoy sábado 20 de agosto, el tercer capítulo de ‘Valladolid, en blanco y negro y a color’ va dedicado al sillón del diablo.

El cordón rojo que distingue uno de los sillones expuestos en el Museo de Valladolid no protege a la pieza de los visitantes, sino a los curiosos de la maldición que acompaña al asiento frailero. Tan escabrosa es su leyenda que llegó a estar colgado boca abajo y a gran altura en la capilla de la Universidad de Valladolid hasta entrado el siglo XX para evitar que algún estudiante insensato cometiese la imprudencia de reposar en él. Era, como presagiaron las palabras de su primer dueño una cuestión de vida o muerte, según recoge la Concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Valladolid.

Su historia se remonta al siglo XVI, cuando se establece en Valladolid la primera cátedra de anatomía humana de España. Coincidiendo con la llegada a estas clases de un licenciado de origen portugués y sefardí, Andrés de Proaza, desapareció un niño de nueve años. Los vecinos de la calle Esgueva, entonces de la Solanilla, fueron alertados por sonidos que procedían del sótano del joven luso. La escena que encontraron las autoridades no podía ser más macabra: el cuerpo despedazado de aquel niño yacía sobre una mesa de madera. Había sido diseccionado en vida.

Durante los interrogatorios, el perturbado criminal confesó tener un pacto con el mismísimo Diablo según el cual al sentarse en su sillón, regalo de un nigromante navarro, el Anticristo le desvelaba todos los secretos de la Medicina. Pero, advirtió, quien lo usase por tres veces sin ser médico u osase a destruirlo fallecería a la tercera jornada.

El maldito sillón era un mueble nuevo -para entonces, siglo XVI- de brazos desmontables de madera de nogal que tiene el respaldo y el asentamiento de cuero decorados con motivos florales, dibujados mediante pespuntes, y geométricos, repujados. Aparentemente no tenía nada extraño.

El portugués fue condenado a morir en la hoguera por el tribunal de la Inquisición, según la leyenda. Sus pertenencias salieron a subasta pública, pero nadie compró sus muebles debido a la fama demoníaca de los mismos. Al final, las piezas que no se vendieron acabaron en algún almacén de la Villa y, poco después, pasaron a formar parte del mobiliario de la Universidad de Valladolid.

El sillón fue olvidado durante años en la Facultad de Medicina, la leyenda negra que acompaña al mueble resurgió años después, cuando un bedel lo encontró adecuado para descansar en sus ratos libres. A los tres días fue encontrado muerto. La misma suerte corrió su sustituto, precisamente, a los tres días de haber tomado posesión del cargo.

El sillón del diablo ‘descansa’ hoy en el palacio de Fabio Nelli, en la plaza del mismo nombre y sede del Museo Provincial de Valladolid. Está rodeado de una mesa, un tanto camuflado. Su asiento y respaldo son de cuero oscuro, trabajados con dibujos geométricos, que no cabalísticos. Pocos objetos asociados a una leyenda negra existen en el mundo.