El patrimonio que viste las calles de Valladolid: Pasaje Gutiérrez

En el corazón de Valladolid existe un majestuoso espacio que no pasa desapercibido por los turistas ni por los propios vallisoletanos. El Pasaje Gutiérrez se sitúa a pocos metros de la Catedral de Valladolid, siendo el único pasadizo comercial de la ciudad y uno de los pocos que se construyeron en España. Se trata de un pasaje patrimonial muy preciado en la capital vallisoletana, que sin duda, viste de gala al casco antiguo de la ciudad del Pisuerga. El origen del Pasaje Gutiérrez se remonta al año 1886 por iniciativa del comerciante Eusebio Gutiérrez, del que todavía a día de hoy recibe su nombre.

El arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina fue quien dio forma a esta galería, dotada de una impresionante belleza y singularidad que otorga sin duda un pasaje único en el centro de la ciudad. El corredor comunica las calles Fray Luis de León y Castelar, y aquel momento, a finales del Siglo XIX, su objetivo era conseguir un piso rápido entre la zona de la Catedral y la Plaza Mayor ante el gran crecimiento económico y comercial de la época. La esencia del Pasaje Gutiérrez tiene como inspiración las famosas galerías cubiertas de Europa, como en Francia, Alemania o Italia. En ese espacio, la arquitectura utiliza una combinación de órdenes clásico y las modernas tecnologías con el uso de hierro, tejas de vidrio e iluminación a gas, que se observa en los brazos de los globos de luz, que son originales.

El pasaje está conformado por dos tramos unidos en una rotonda central, bajo una gran cúpula de cristal, donde se encuentra la conocida estatua de Mercurio, dios del comercio, copia de Juan de Bolonia. Custodiando la escultura existen cuatro figuras de terracota que representan las cuatro estaciones del año, realizadas en el taller de gran prestigio internacional de Jules Visseaux. Los techos se adornan con pinturas de Salvador Seijas, representativas de las bellas artes, mitología, industria o comercio, junto a una ornamentación de estucos y motivos vegetales. Además, en el pasaje se puede encontrar un balconcillo con una escultura de dos niños portando un reloj.

La idea de este bello pasaje vallisoletano era crear una elegante zona comercial destinada a la alta y media burguesía de la ciudad, donde se pudiera ofrecer productos llegados de Europa. El pasaje dejó de funcionar poco después de su inauguración y quedó sumido en el abandono. Fue ya a finales del Siglo XX, cuando el pasaje fue sometido a una necesaria restauración y su actividad comercial resurgió con la instalación de comercios y actualmente con distintos establecimientos hosteleros. Tras esa restauración, en 1998, el Pasaje Gutiérrez de Valladolid fue calificado como Bien de Interés Cultural, y hoy es, sin duda, una de las atracciones turísticas de la ciudad de Valladolid.

Cabe recordar esa similitud que existe en el Pasaje Gutiérrez con las Galerías Colbert o la Galería Vivienne de París, ciudad origen de este tipo de pasadizos cubiertos comerciales. El Pasaje Gutiérrez es uno esos rincones especiales que esconde la ciudad de Valladolid, que te trasladan a otra época nada más accedes a él, y que es inevitable sentirse diferente al tomarse un simple café en sus bares o realizarse fotografías para presumir en las redes sociales.