Una segunda parte soberbia para mantener la magnífica racha en Pisuerga

Hasta 2023 con remontada, victorión e invictos en casa. El Real Valladolid Baloncesto se impuso 79-64 al Guuk Gipuzkoa Basket después de firmar un tercer cuarto espléndido y una segunda parte soberbia, sobre todo a nivel defensivo. Tras este triunfo, el noveno del curso y séptimo en casa -de siete encuentros disputados-, el cuadro de Paco García se despide de Pisuerga hasta el próximo año, aunque a 2022 todavía le queda un último compromiso en Castellón. Se podría decir que los chicos pucelanos terminaron por todo lo alto en el fortín blanquivioleta.

Frío, como el día, pero no como la grada, al Pucela Basket le costó entrar en partido ante un incómodo Guuk Gipuzkoa Basket. Lo avisó, y no en vano, Paco García en la previa. Lo demostraron, también con intención, los de Lolo Encinas a las primeras de cambio. En una partida de ajedrez por ver quién imponía el tempo del partido, los visitantes dominaron el tablero de inicio (2-8) ante un errático, muy errático, conjunto local. Eso sí, bien acompañado en la grada por cerca de 2800 aficionados.

Dos minutos y medio necesitaron los blanquivioleta para poner sus primeros puntos, obra de Kevin Allen. El norteamericano fue el único que se mantuvo en la cancha del quinteto inicial después de que el técnico vallisoletano, en busca de la reacción, efectuase cuatro cambios de golpe. Con un ‘cinco’ nuevo en pista reaccionó el conjunto local, poco a poco entrando en calor, en la velocidad que querían, y el acierto desde el perímetro hizo el resto para iniciar la reconquista.

Con los ‘tiradores’ Kovacevic, que enchufó su primer triple, y Greg Gantt, con cinco puntos consecutivos, cambió la cara de los locales. Jugando más abierto y con amenaza exterior, el equipo pucelano entró definitivamente en partido y se puso a tiro de los vascos (15-18), aunque la diferencia volvió a aumentar en los últimos compases del primer periodo (21-26). Seis puntos consecutivos de Mike Torres dieron aire a los de Paco García, quienes, eso sí, fueron creciendo paulatinamente.

26 puntos se antojaban demasiados en contra y al Real Valladolid Baloncesto le tocaba ponerse el mono de trabajo de inmediato. Dicho y hecho. Las ardillas subieron varias marchas atrás y comenzaron a encadenar defensas, volviendo a situarse a rebufo del Guuk Gipuzkoa Basket con un 25-28. Y cuando comenzaba a carburar el conjunto de Pisuerga, lo paró a tiempo Lolo Encinas.

Kevin Allen, con seis puntos consecutivos, estaba erigiéndose como dueño y señor de la zona, sumando para la causa varios rebotes ofensivos. Había un filón en la pintura que supo explotar el equipo de Paco García, pero el tiempo muerto donostiarra hizo de toque de corneta y llegó la reacción visitante. De estar a tiro, el Pucela Basket pasó a llegar al descanso con máxima en contra. Jaworski, con una racha anotadora frenética, tenía buena parte de culpa.

Con siete pérdidas cometidas, a los hombres de Paco García les tocaba minimizar errores en varias facetas del juego para obrar la remontada. Los 12 puntos no eran insalvables, pero tampoco una renta que se fuese a solventar en un visto y no visto. Nada más lejos de la realidad. Tras la arenga de Paco García, de esas que sacan el corazón del equipo, todo cambió en Pisuerga. Un parcial de salida de 5-0 ratificó esa intención cargada de ambición por parte los locales, el cual creció hasta el 12-2 que obligó al entrenador foráneo a frenar con un tiempo muerto (46-48). Con dos bases en pista, las ardillas ya estaban ahí, a tiro una vez más, y con su grada cada vez más partícipe del juego. La dinámica había cambiado radicalmente.

Vaya si lo hizo. Belemene enfervoreció al respetable con un triple que suponía la primera ventaja para los pucelanos en todo el partido, el paso más difícil de una remontada. Y se quitó las correas el conjunto vallisoletano. Aunque la cuarta personal de Sergio de la Fuente le obligó a sentarse en el banco, la labor de reanimación propia de capitán ya estaba hecho y el resto de soldados respondieron dando un paso adelante. Así, el espléndido y demoledor tercer cuarto terminó siendo un incontestable 23-5 que otorgaba seis puntos de ventaja a falta de diez minutos por disputarse con el 57-51 en el electrónico.

Mandando en el marcador, cambiaban los roles por vez primera y a los locales les tocaba jugar con la ansiedad del rival. Lo hizo con maestría el cuadro del Pisuerga. Mike Torres continuó con su particular recital y se fue hasta los 21 puntos con un triple de los que hacían mucho daño al rival (64-58). Y no solo eso, sino que sirvió para que las ardillas subieran otra marcha, la enésima.

El Real Valladolid Baloncesto había alcanzado velocidad de crucero y, alentado por la grada, olió la sangre. La defensa continuó rayando a un nivel superlativo con 18 puntos encajados en toda la segunda parte, y permitió a los vallisoletanos volar sobre la pista a la contra. Escapándose cada vez más en el marcador, del 64-58 se pasó a los 11 puntos de renta a falta de dos y medio, cifra simbólica como que ejercía de brecha mental.

Iba de bases la cosa y el testigo de Mike Torres lo cogió Melwin Pantzar en cuanto a la anotación, aunque compartieron pista durante muchos minutos. Juntos o separados, no importaba, los dos ejercieron de faro y motor en un Real Valladolid Baloncesto desatado y que no sufrió para cerrar el partido. Siguió trabajándolo y el resultado fue de 79-64 ante un Gipuzkoa Basket asfixiado y anulado completamente por la defensa blanquivioleta. Toda una exhibición atrás.

Tras este triunfo, el noveno del curso y séptimo -de siete encuentros-, en Pisuerga, los pucelanos despidieron 2022 como local manteniendo la racha de imbatibilidad en su fortín. Al 2023, no obstante, le queda una última etapa, la del día 27 en Castellón.