Si eres un goloso y quieres probar diferentes postres internacionales, te traemos una respuesta y además fácil y rápida. Los Pasteles de Belém, una famosa delicia portuguesa de hojaldre y crema de huevo que ha conquistado los paladares internacionales más exigentes. Hoy te traemos la receta que podrás hacer en casa, y además con ingredientes de lo más habituales. Aunque avisamos que los originales y auténticos pasteles de Belém solo los podrán probar en Lisboa, y más concretamente en el barrio Belém, no obstante lo vamos a intentar hasta nuestra próxima visita al país vecino. Y es que a pesar de que la cocina portuguesa es bastante desconocida para nosotros, a medida que pasan los años hemos readaptado platos muy conocidos de su gastronomía.
Estos pastelitos de nata tienen muchas imitaciones en diferentes rincones del mundo, y nosotros vamos a compartir nuestros secretos para conseguir unos pasteles de Belém muy deliciosos. Los ingredientes que necesitarás son 250 mililitros de leche entera, un limón, una canela en rama, 180 gramos de azúcar, 90 mililitros de agua, 30 gramos de harina de trigo, 4 yemas de huevo, 350 gramos de hojaldre de mantequilla -una lámina y media de las cuadradas-, y 10 gramos de mantequilla. Para la servir los pasteles apunta azúcar glas y canela en polvo. Para su elaboración no olvides tus moldes o bandeja de muffins. Una vez listos los ingredientes necesarios nos podemos manos a la obra. En primer lugar, ponemos a calentar 250 mililitros de leche entera en un cazo a fuego medio junto con la piel de un limón y canela en rama a partido en dos. En cuanto la leche rompa a hervir, la retiramos del fuego, tapamos el cazo y la dejamos reposar durante 10 minutos.
Este tiempo de reposo permite que la leche infusione y adquiera ese aroma de limón y canela, tan exquisito en repostería. Mientras tanto, agregamos 180 gramos de azúcar con agua en otro cazo y lo llevamos a hervir durante 3 minutos para crear un almíbar suave. Este será un componente esencial para que los pasteles tengan al final esa textura tan característica. Una vez que la mezcla de leche ha reposado, retiramos el limón y la canela de la leche y añadimos 30 gramos de harina de trigo. Mezclamos enérgicamente con unas varillas hasta que no haya grumos y calentamos hasta que espese. Una apreciación importante, hay que remover con frecuencia para que no se agarre al fondo. Más tarde, una vez retirado del fuego, comenzamos a añadir el almíbar en la mezcla de leche y harina poco a poco. Es importante hacerlo gradualmente para evitar grumos y lograr una consistencia suave y uniforme.
A continuación, cogemos cuatro huevos y separamos las yemas de las claras, y las incorporamos a la crema. Mezclamos bien hasta obtener una crema de huevo suave y brillante. Ahora, comenzamos con el montaje, paso esencial. Primero ponemos a precalentar el horno a 250 grados, con calor arriba y abajo. Luego, tomamos 350 gramos de hojaldre de mantequilla, más o menos una lámina y media cuadrada. Lo enrollamos sobre sí mismo y lo cortamos en doce trozos iguales. Cogemos cada trozo y lo colocamos en los huecos de la bandeja de muffins -o en cada molde individual de tartaletas-, que vamos a utilizar para nuestros pasteles, antes recuerda que es recomendable engrasarlos con un poco de mantequilla. Seguidamente, extendemos cada trozo de hojaldre con los pulgares desde el centro hacia afuera para forrar los huecos o moldes hasta que tengan 3 centímetros de altura.
En cuanto lo tengamos listo, repartimos la crema de huevo entre las bases de masa. Hay que llenar dejando medio centímetro hasta el borde para que luego no se salga el relleno durante la cocción. Llevamos la bandeja directamente al horno a media altura y dejamos que nuestros pasteles de Belém se horneen de 10 a 15 minutos a 250 grados o hasta que estén dorados al gusto. Este corto tiempo de cocción permite que el hojaldre se dore y se vuelva crujiente, y que la crema de huevo se cuaje y se dore ligeramente en la superficie. Finalmente, sacamos los pasteles del horno y los dejamos enfriar unos 5 minutos en el molde, para luego sacarlos con cuidado a una rejilla y se puedan enfriar correctamente, y así mantener el toque crujiente. Para terminar, los pasteles se pueden consumir tanto fríos como templados, espolvoreados con azúcar glas y canela.