Pablo Sarabia muestra su exposición en el Palacio Pimentel con su última obra pictórica entre la realidad y la ficción

La Sala de Exposiciones Teresa Ortega Coca del Palacio Pimentel acoge la exposición ‘Fragmentos de Diario. Coloquios entre realidad y ficción’ que se podrá visitar hasta el próximo 8 de octubre. El artista Pablo Sarabia muestra su última obra pictórica en la quinta cita de la temporada expositiva que pone en marcha la Diputación de Valladolid. La pintura del artista destaca por su aspecto material «táctil» y una paleta luminosa, y se puede hablar de una figuración colorista y una naturaleza vitalista y luminosa.

La obra de Pablo Sarabia acepta y provoca los múltiples desafíos de la pintura en cuanto género artístico autónomo de nuestra época en cuanto espacio y tiempo de obsesión, exceso e incertidumbre del papel del arte en cuanto elemento de afirmación, simultáneamente vital y espiritual. En la pintura de Pablo Sarabia, la energía parece desbordar el límite del cuadro, gracias a la riqueza del color y la frescura del gesto pictórico. No es una pintura en la que solamente se encuentre, un estilo, sino que más allá de los estilos, la idea motriz, la idea rectora es la pluralidad y la convivencia.

Históricamente la pintura española, como en el caso de Pablo Sarabia, es anticlásica por su colorismo, pero también porque es expresionista. La expresividad concierne directamente al color, y así lo corrobora el tratadista, Giovanni Paolo Lomazzo, al asegurar que el color es lo pasional, lo afectivo, y finalmente lo expresivo, lo que está más allá o escondido por la idea o el dibujo. Los retratos de Pablo Sarabia realizan un tratamiento psicológico incisivo del personaje, como Lucian Freud, busca sus modelos en gente corriente. Continuando la lección de Antonio López busca la pervivencia de la figuración de carácter naturalista. Hay cierto entendimiento, lírico, fresco, abierto de la pintura, en la línea de Campano, de formación abstracta, pero que no renuncia a releer a Cézanne o Delacroix.

Halla en el dibujo el principio del deber; en el color el principio del placer. Esto es, el padre y la madre, el orden y el caos. Una lúcida reflexión sobre la necesidad de comprender la conveniencia de interpretar, complementar esos dos elementos presentes en el arte y la pintura, lo racional y lo irracional, lo consciente y lo inconsciente, el dibujo y el color, a fin de hacer posible el surgimiento de un ser útil para la vida social. Pablo Sarabia se recrea en las cualidades de unos colores saturados y brillantes, de suerte que naturaleza y armonías cromáticas se convierten en vehículo de un acto sosegado y plenamente pictórico.