La Policía Nacional en el marco de la operación ‘Chamba’ ha liberado a dos víctimas y ha detenido a la principal responsable. En el mes de diciembre del pasado año, la Unidad Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales de Valladolid iniciaba una investigación tras detectar a dos víctimas de explotación sexual. Las víctimas fueron captadas y engañadas por su explotadora en su país de origen, mediante la falsa promesa de un puesto de trabajo como ‘ganchos’ para atraer a clientes en un establecimiento de hostelería y que consumieran bebidas alcohólicas, desconociendo que el verdadero propósito de su viaje era ser explotadas y obligadas a ejercer la prostitución en un conocido club de alterne de la provincia de Valladolid.
Las víctimas se encontraban en situación de necesidad y carecían de recursos económicos, por lo que fueron seducidas por la falsa promesa de poder prosperar en España. La captadora fue quien orquestó el traslado a España de las víctimas sufragando los billetes de avión y proporcionándoles el dinero necesario para cubrir el viático. También se encargaba de gestionar las reservas hoteleras a nombre de las mujeres para justificar su viaje con la finalidad de aparentar cruzar la frontera como turistas y no levantar sospechas en frontera para lo que eran previamente aleccionadas sobre lo que debían relatar a las autoridades en caso de ser cuestionadas sobre el viaje.
Desde el momento en que aterrizaron en España fueron controladas por la mujer, quien las recogió y las trasladó personalmente al club de alterne, momento en que fueron informadas de que habían adquirido una deuda por todo el dinero prestado que ascendía a 2.200 euros pero que aumentaría de manera exponencial si se incumplían las normas de pago impuestas por la proxeneta. Las víctimas eran obligadas a ejercer la prostitución, para cubrir la deuda generada, desde las 17.00 horas hasta la madrugada, extendiendo su horario durante los fines de semana hasta pasadas las 04.30 horas, asumiendo también las reglas impuestas en el club en relación a las tarifas fijadas.
Las normas que regían el pago de la deuda contraída con su explotadora se fundamentaban en criterios subjetivos establecidos por ella misma, por lo que la deuda siempre aumentaba de manera exponencial, las víctimas no llegaban a cubrirla y debían aceptar su explotación sin obtener beneficio alguno. La explotadora residía en el propio club, por lo que la libertad de movimientos de las víctimas se encontraba restringida aún fuera del horario establecido, siendo siempre controladas por ella, tratando de que ambas no generasen relaciones personales que pudieran facilitar su huida y salir de su control.