La bailaora vallisoletana Paula Bolaños pone el toque flamenco al Día de los Museos en la Sala de Exposiciones del Palacio de Pimentel

La Sala de Exposiciones Teresa Ortega Coca del Palacio de Pimentel se une este jueves 18 de junio a la celebración del Día Internacional de los Museos ampliando su horario de apertura hasta la 01.00 horas de la madrugada y ofreciendo, como es habitual en los últimos años, un espectáculo que aúna artes plásticas y danza. Este año, la artista elegida es la bailaora de flamenco vallisoletana Paula Bolaños, premio extraordinario 2020 de las Enseñanzas Profesionales de Danza de la comunidad de Castilla y León.

Actualmente, compatibiliza los estudios superiores con el espectáculo ‘OléOlá’ bajo la dirección artística de José Carlos Plaza y coreografías de Cristina Hoyos. Paula Bolaños interpreta una soleá por bulerías, un palo del flamenco que se puede entender como soleá decelerada o una bulería acelerada. Este baile acaba por bulerías, uno de los palos más festeros del flamenco. Suele ejecutarlo una bailaora en solitario y es una interpretación muy expresiva. Se trata de un palo flamenco complejo, cargado de sentimiento y considerado uno de lo más tradicionales de este género artístico.

Un estilo que ha influido en otros y que forma parte de la esencia de este arte. Disfrutar una soleá en directo es una experiencia única para amantes y aficionados del flamenco puro y tradicional. La representación compartirá espacio con la exposición ‘De Manhattan a Castilla’, montaje pictórico-escultórico, de Toñi Vecilla y Teo Calvo, que traslada al espectador de la gran metrópoli en movimiento febril a las sensaciones pausadas del paisaje castellano.

Su forma de tratar los iconos emblemáticos de Nueva York constituye una sugestiva vuelta de tuerca de los lenguajes vanguardistas establecidos. Consigue dar densidad pictórica a estructuras figurativas simples. Logra simplificar lo ya saturado, pero en busca de una profundización, que logra tanto en la perspectiva como en el plano, con una peculiar tensión entre fondo y figura. La gama cromática es encendida y luminosa y las manchas adquieren un aspecto torrencial. No renuncia al valor matérico de la pintura, lo que la sitúa en la línea de los alemanes Kiefer y Richter, conduciendo la imagen hacia su potencial expresivo capaz de minar la propia seguridad de lo figurativo.