Lola Herrera brilla radiante y emocionada con la Medalla de Oro de Valladolid: «Todo lo que viene de esta tierra tiene un sabor especial»

Mañana estreno ¡Delibes, por primera vez, al Teatro¡ ¡15 únicos días¡ Así se anunciaba en la prensa, el 25 de noviembre de 1979, la representación de ‘Cinco horas con Mario’. Cuatro décadas después el público sigue aclamando a la actriz protagonista a quien el autor de la obra dedicó un deseo: «Me gustaría que Lola viviese eternamente para poder interpretar a Carmen». La admiración de Miguel Delibes sintonizaba con el cariño y el aplauso de los espectadores. Hoy este sentimiento se ha traducido en el homenaje que ha rendido la ciudad a la actriz del barrio Delicias. Lola Herrera ha recibido en la Medalla de Oro de Valladolid, acompañada de su familia, amigos, representantes del mundo de la escena, representantes de las instituciones y de la sociedad vallisoletana.

«Muchísimas gracias por este regalo», respondió Lola Herrera, visiblemente emocionada por esta distinción que le llega a sus 86 años. «Mis raíces están aquí», proclamó ante un público entregado a la actriz que sigue presumiendo de su patria vallisoletana. El alcalde ha relatado la trayectoria de la actriz desde su primera incursión en las artes escénicas: Fue precisamente aquí, en este Teatro Calderón, uno de los más prestigiosos de España, donde aquella niña, que contaba por entonces doce años, se subió, pletórica de ilusión, por vez primera a un escenario, y lo hizo para participar en un concurso musical. No resulta aventurado pensar que, ni en sus mejores sueños, esa niña, nuestra Lola Herrera, llegara a imaginar que aquel momento iba a ser el primer paso de una extensa y brillante carrera artística, plagada de éxitos, que la ha llevado a ganarse la estima y el cariño del público, que la considera, con todo merecimiento, una de las grandes damas de la escena española. Había nacido Lola en el barrio de las Delicias, en el seno de una familia humilde con seis hijos, de los cuales ella era la mayor. Y fueron duros los primeros años de su vida, pues había venido al mundo poco antes del comienzo de la Guerra Civil; una contienda terrible, como terrible fue también la posguerra, durante la cual una profunda miseria, también en el ámbito moral, se extendió por nuestro país. Lola alude frecuentemente en sus entrevistas lo sombrío de aquellos tiempos, especialmente para quienes no se identificaban con los vencedores.

Pero a la par, su infancia también estuvo salpicada de momentos felices. Así recuerda la cotidiana convivencia con sus vecinos, prestos a ayudarse para sortear las dificultades, o, también, que disponía de una calle entera para jugar, según sus palabras, «con los juguetes más bonitos que ninguna niña pudiera tener», pues se los había fabricado su abuelo. Aquella niña se convirtió en una gran mujer, en una afamada actriz que, con esfuerzo y dedicación, fue forjando una sobresaliente trayectoria profesional, que el Ayuntamiento que tengo el honor de presidir, haciéndose eco del sentir general de los vecinos y vecinas de Valladolid, ha querido reconocer. Y lo hace concediéndola su máxima distinción, la Medalla de Oro de la Ciudad.

«Son numerosos los méritos que ha atesorado Lola Herrera a lo largo de su carrera profesional, los cuales me veo en la obligación de relatar porque sustentan el acuerdo adoptado por el Ayuntamiento de Valladolid por el que se la concede la Medalla de Oro de la Ciudad. Si bien adelanto que esa relación ha de ser necesariamente concisa e incompleta, por cuanto desarrollarla de manera exhaustiva haría demasiado prolija mi intervención. Así que, querida Lola, te ruego me disculpes si omito involuntariamente algún merecimiento que consideres relevante».

Marchó pronto a Madrid en busca de nuevas oportunidades, que, poco a poco, fueron surgiendo. Así, pudo iniciar su carrera como actriz participando, en 1953, en la película El pórtico de la Gloria y, posteriormente, incorporándose a la compañía teatral de Tina Gascó. En los inicios de los años 60 su rostro empezó a hacerse popular al aparecer en televisión, tanto en la mítica serie Historias para no dormir, como en numerosas obras de teatro filmadas para ser retransmitidas por la pequeña pantalla en el inolvidable Estudio 1 y en Teatro de Siempre. También en televisión, ya en los 70, protagonizó las series Las Viudas, El Señor Villanueva y su gente, además de La Barraca, que gozó de gran aceptación popular. Su actividad televisiva continuó, a finales de los 90 y en la primera década del actual siglo, con La Casa de los líos, El Grupo, Un paso adelante, lo que la procuró celebridad entre los jóvenes seguidores de esa serie, Fuera de lugar, en la que también intervenía su hija Natalia, y Las Chicas de Oro. Y esa presencia televisiva se ha mantenido, con intermitencias, en los últimos años. A pesar de no haberse prodigado excesivamente en el cine, el paso de Lola Herrera por ese medio ha sido igualmente provechoso, pues ha participado en más de una quincena de películas, entre ellas Arriba Hazaña, La próxima estación, ¿Por qué se frotan las patitas? o Pasaje al amanecer. Sin olvidar aquella conmovedora y descarnada Función de noche, dirigida por Josefina Molina.

Por supuesto, capítulo aparte merece, por múltiples motivos, el memorable monólogo Cinco horas con Mario, basado en la novela homónima de nuestro insigne paisano Miguel Delibes, que Lola comenzó a representar el 26 de noviembre de 1979 en el Teatro Marquina de Madrid y que continúa llevando a las tablas, por lo que, como ya he apuntado, tendremos la fortuna de volver a verla encarnar a Carmen Sotillo, Menchu, mañana y pasado en este mismo escenario, donde pondrá el broche de oro a su interpretación de este personaje que forma parte de los anales del teatro español. Cinco horas con Mario fue el primer texto de Delibes que se adaptó para el teatro, labor que afrontaron dos debutantes en esas lides: José Sámano en la producción y Josefina Molina en la dirección. Esa conjunción de circunstancias primerizas no fue óbice para que la obra fuera un éxito, el mayor que ha alcanzado Lola Herrera a lo largo de su carrera. Así lo ha admitido la propia actriz, al reconocer que ese papel, con el que Delibes atrapó su alma, ha sido lo más importante que la ha pasado en su trayectoria profesional, durante la cual, ha representando esa obra en cinco etapas diferentes.

El camino artístico de Lola Herrera está, pues, plagado de éxitos, por lo que, además de haber logrado el cariño del público, que seguramente sea lo más apreciado para una artista, ha merecido numerosos galardones, de los que voy a resaltar los más prominentes: Está en posesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y de la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo. En 2006 recibió el Premio Max de las Artes Escénicas por Solas, y en 2016 se la concedió el Max de Honor, según rezaba el acta del jurado, «por ser una figura clave en la historia de las Artes Escénicas, su amplia trayectoria, dedicación y compromiso con la profesión».

Asimismo, se la ha otorgado la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes por su interpretación en Cinco horas con Mario, el Fotogramas de Plata en 2005 y 2006 por su labor en esa misma obra y en Solas respectivamente, el Premio Ercilla de Teatro en 2005 a toda una vida dedicada al teatro, el Nacional de Teatro Pepe Isbert, el Premio a la mejor actriz en el Festival de Cartagena de Indias por su interpretación en Función de noche, así como los TP de Oro en 1977 por Las Viudas y en 1979 por La Barraca.

También recibió en 2018 el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras, en cuyo fallo el jurado destacaba, y no puedo estar más de acuerdo con ello, que Lola Herrera es «fuera de toda duda, una figura indispensable entre los grandes nombres de la interpretación española de todos los tiempos». Y a todos esos merecimientos hay que sumar la Medalla de Oro que su ciudad la va a entregar en este acto.

Lola Herrera, además de una grandísima actriz, es una mujer de profundas convicciones, que mantiene firmes y que defiende sin ambages. Así, siempre ha recordado que procede de una familia humilde; «pertenezco a la clase obrera», ha dicho en alguna ocasión. Y habiendo vivido la dictadura que se enseñoreó de este país durante cuarenta años, siempre ha sido una defensora a ultranza de la libertad, por lo que no duda en alertar sobre aquellas opciones políticas que persiguen desandar parte de lo avanzado por la sociedad española desde la recuperación de la democracia en nuestro país.

Ha alzado especialmente la voz en apoyo a la lucha de las mujeres por la igualdad, para que, según sus palabras, «superaran aquella oscura etapa en la que eran poco menos que un cero a la izquierda». En este sentido, a pesar de los avances logrados, Lola Herrera advierte que todo lo que han conseguido las mujeres tiene una cierta fragilidad, por lo que, apunta que «las mujeres han de estar alerta para que no nos resten nada de lo conseguido, que es nuestro».

En definitiva, por su trayectoria profesional y humana, la ciudad de Valladolid concede a Lola Herrera su Medalla de Oro. Y lo hace, además, porque su vinculación con nuestra ciudad se ha mantenido siempre firme. Aquí tiene a sus hermanos, a muchos amigos. Aquí están sus raíces. Así lo ha proclamado siempre, manifestándose orgullosa de su origen vallisoletano y llevando el nombre de Valladolid por todos los rincones de España.

La artista regalaba estas palabras a Valladolid: «todo lo que viene de esta tierra tiene un sabor especial». Y tras recoger la Medalla de Oro, un ramo de flores y el pergamino con la leyenda del acuerdo del Ayuntamiento de Valladolid, Lola Herrera cerró el acto con estas palabras: «Gracias, gracias, os lo agradezco con todo mi alma. No sé decir más». Y el telón del Teatro Calderón bajó como en todas sus funciones: con una ovación cerrada.