En un partido que tardará tiempo en olvidarse y con un final en el que se rozó el dramatismo en clave quesera, el VRAC levantó su título de la División de Honor número 13. Sin miedo a decir el número al que temen los supersticiosos, porque si algo demostró el equipo de Diego Merino, una vez más, es que es un equipo valiente y que no se arruga en ningún escenario ni ambiente. La victoria permite al VRAC ser el único equipo que en la temporada 2024/2025 luchará por hasta cuatro títulos de la Liga, Copa, Supercopa y Copa Ibérica. Además, el conjunto quesero cierra la temporada con dos trofeos más para sus vitrinas, y quitándose la espinita de la Copa, que perdía hace unas semanas precisamente ante el Burgos.
El partido comenzó complicado para el VRAC, al que le costó quitarse de encima la presión de la grada y de Burgos, que salió a intentar menguar las posibilidades queseras con un fulgurante arranque de partido en el que lo de Diego Merino se vieron muy pronto con un 11-0 en contra que dificultaba la victoria. Dos golpes con apenas siete minutos de partido no los perdonó Carrió, que situó el 6-0 antes de que Fede Casteglioni, cerca del ecuador de la primera parte, firmase el primer ensayo del partido tras varias intentonas vía empuje que terminaron con el exjugador del VRAC finalizando por el lado izquierdo del ataque burgalés. El VRAC no había pisado veintidós, parecía fuera del partido, y para colmo, se quedaba con un efectivo menos por amarilla a Marc Sánchez. El VRAC, sabedor de que no podía arriesgarse a ir de tres en tres, forzó una touch y la delantera empezó a carburar.
No fue a la primera, ni a la segunda pero sí a la tercera. Moala encontró el hueco junto a la afición azulona e hizo creer a los suyos en las posibilidades vallisoletanas. Muy escorado, Balta erró el pateo, pero los pucelanos ya se había quitado la mochila de ver su puntaje a cero. Una amarilla a Sacovechi y una repetición de la situación, en el mismo lado y en el mismo punto, llevó a repetir la situación, esta vez con Gavidi jugando a la mano un golpe cuando el VRAC se encontraba a centímetros de la segunda marca. La acción fue acertada y Miejimolle percutió sin piedad para furor de los 250 aficionados queseros que se dejaban la garganta en el Bienvenido Nieto. El VRAC vivía su mejor momento en el partido y lo quería aprovechar. Pese a ello, y al no transformar los ensayos, seguía por debajo en el marcador con el 11-10.
Una ventaja desfavorable que aumentaría con un evitable castigo que volvió a pasar Carrió, con el 14-10, pero al que respondió Balta en la siguiente jugada poniendo el 14-13 para ganar confianza con el pie. Con esa mínima distancia a favor del Burgos se llegaría al tiempo de descanso. La segunda parte dejó un VRAC con ganas de levantar el resultado y llevarse el título liguero hasta Valladolid, pero sus primeras ofensivas se frustraban en veintidós rival. Las dificultades de los queseros para ensayar no fueron tales para Burgos, que en el 55 ampliaba su ventaja por medio de Santiago Gramajo. El minuto 62 dejaría uno de los momentos del partido, ese en el que KaloKalo Gavidi recuperó un balón en zona caliente y se vio con espacio por delante para llegar a zona de marca.
En una imagen icónica para los aficionados queseros, la de Gavidi parando el tiempo para lograr el ensayo que pusiese por delante a los queseros, el fiyiano tiró de experiencia para saber que las piernas alcanzaban para irse abajo y esperar el apoyo de Mauro Perotti, autor del ensayo que, con una transformación clave de Baltazar Taibo, situaba el definitivo 19-20. En ese momento, el VRAC congeló el tiempo y el partido se jugó a lo que quiso el equipo de Merino, en campo contrario. Balta tuvo tres puntos más en sus botas, pero el oval no entró entre palos y permitió una última oportunidad a Burgos, la que tuvo Tomás Carrió con la réplica, que también se fue. Quedaban dos minutos en los que el VRAC templó gaitas y resistió. Una celebración emotiva por la despedida de Sio Moala, que se sumó a los campeones a la hora de levantar el trofeo de campeones.