Como una transeúnte más descansando en un banco del centro de Valladolid. Así inmortalizó la ciudad a una de sus vecinas más ilustres Rosa Chacel. La autora de ‘Memorias de Leticia Valle’ cuenta con dos estatuas en la capital vallisoletana, pero la más conocida es la escultura de la escritora sentada en un banco de la Plaza de Poniente. La obra fue realizada por Santiago Pardo en 1996 y desde entonces Chacel descansa en la ciudad con una rosa sobre sus piernas, con su chaqueta y un libro a un lado. El otro monumento dedicado a Rosa Chacel es el busto visitable en el Campo Grande desde 1988.
La nueva entrega de la sección el ‘Patrimonio que viste las calles de Valladolid’ va destinada a la estatua de Poniente que llama la atención a todo aquel que pasa y hace que la escritora permanezca observando el paso del tiempo en la ciudad del Pisuerga. La obra es de bronce, a tamaño real y fue encargada como homenaje tras su fallecimiento y su entierro en el Panteón de los Ilustres de Valladolid. Las esculturas no solo son los únicos homenajes que Valladolid otorgó a Rosa Chacel, sino que fue hija predilecta el 5 de junio de 1988, también la Universidad de Valladolid le concedió el Doctorado Honoris Causa en 1989, y una plaza situada en el barrio de Las Delicias lleva su nombre.
Rosa Chacel era su pseudónimo como escritora, puesto que Rosa Clotilde Chacel Arimón nació el 3 de junio de 1898 y murió en Madrid en el año 1994. Sin duda, Chacel fue una de las escritoras destacadas de la Generación del 27, junto a Federico García Lorca, Luis Cernuda, el también vallisoletano Jorge Guillén, Rafael Alberti o María Teresa León. Rosa Chacel se crió en la calle Núñez de Arce de Valladolid y siguió los pasos de su padre y su vocación literaria. Su familia ya era de un elevado nivel cultural, puesto que Chacel era sobrina nieta de José Zorrilla. La autora recibió educación directamente de su madre, Rosa-Cruz Arimón, que era maestra, y le dio formación elemental en su propia casa.
En 1908, con diez años, se trasladó a Madrid y poco después fue matriculada en la Escuela de Artes y Oficios, y de allí pasó a la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer. Ya en 1915 cuando comenzó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde inició sus estudios de escultura aunque pronto lo abandonó. Mismamente, en esta escuela conoció al pintor Timoteo Pérez Rubio, con quien contrajo matrimonio en el año 1921. Apenas un año después, su marido recibió una beca de la Academia de España en Roma, y la autora se mudó con él al país italiano hasta 1927. En estos años, Rosa escribió su primera novela ‘Estación. Ida y vuelta’ que se publicó en 1930 en España. En esta obra se aprecia la influencia que el estilo de Ortega y Gasset que tuvo sobre la escritora.
Precisamente, en esta etapa Ortega y Gasset le encargó escribir una biografía de la amante de José de Espronceda, para una colección llamada ‘Vidas extraordinarias del Siglo XIX’, y que titulado ‘Teresa’, se acabó publicando en 1941 en Buenos Aires. En 1933 se trasladó temporalmente a Berlín, tratando de salir de la crisis creativa provocada por la muerte de su madre. Más tarde, en 1936, Manuel Altolaguirre le publicó en la colección ‘Héroe’, su libro de sonetos ‘A la orilla de un pozo’, con prólogo escrito por Juan Ramón Jiménez.
Al estallar la Guerra Civil Española en el año 1936, Rosa Chacel permaneció en Madrid. Durante los años bélicos colaboró con publicaciones de izquierda y suscribió manifiestos y convocatorias que se llevaron a cabo durante el primer año de la contienda, al tiempo que realizaba trabajos como enfermera. Su marido fue uno de los responsables de que se evacuaran los cuadros del Museo del Prado durante la Guerra Civil, que en un primer momento se trasladaron de Madrid a Valencia, y luego a Cataluña, y de allí a Francia y posteriormente a Suiza. La vallisoletana abandonó España y exilió con su hijo en 1937. Primero, huye a París, poco después a Grecia y Buenos Aires, y finalmente, se traslada a Brasil donde se reúne con Timoteo, exiliado en 1940.
Gran parte de su obra literaria fue durante los años del exilio. En los años 40 escribió una de sus novelas más reconocidas ‘Memorias de Leticia Valle’, ambientada en Valladolid y llevada al cine en 1979 por Miguel Ángel Rivas. Ya en 1960 dio forma a la novela ‘La sinrazón’, considerada por muchos críticos como su obra culmen. Hasta 1973 no regresó a vivir en España, tras conseguir una beca de creación de la Fundación Juan March, destinada a terminar ‘Barrio de Maravillas’. En 1977, fecha en que murió su marido, Chacel se instaló definitivamente en Madrid, alternando su residencia entre Río de Janeiro y la capital española. Con la llegada de la democracia se produjeron cambios en las esferas literarias y culturales en general del país. Esto produjo un redescubrimiento de Rosa Chacel y se empezó a valorar su obra. Este proceso coincidió con una etapa de gran producción por parte de la autora, que publicó y reeditó muchas de sus obras.