Coronado, De la Iglesia, Sampietro y Alcaine, reconocimiento a toda una trayectoria profesional ligada al mundo del cine

La 66ª edición del Festival Internacional de Cine de Valladolid ha conmemorado hoy martes, 26 de octubre de 2021, el Día del Cine Español; y lo ha hecho mediante la entrega de las Espigas de Honor a cuatro grandes profesionales del séptimo arte patrio en sus respectivas especialidades artísticas: en la interpretación, José Coronado y Mercedes Sampietro; en la dirección de fotografía, José Luis Alcaine, y en la realización, a Álex de la Iglesia. Los cineastas recibieron oficialmente sus Espigas de Honor en una Gala desde el Teatro Calderón que contó con la presencia de Esther García, Manuel Gutiérrez Aragón, Teresa Font, Emilio Gutiérrez Caba, Gracia Querejeta, Irene Visedo, Judith Colell, Enrique Urbizu, Carlos Areces y Pablo y Mafalda Carbonell.

En la rueda de prensa anterior a dicha gala y moderada por la periodista Eva Moreno los cuatro cineastas han querido verbalizar su agradecimiento a este premio de la Seminci: «Es un honor que se acrecienta al compartirlo con tres monstruos a los que admiro desde que empecé», manifestó Coronado. El protagonista de La caja 507 y No habrá paz para los malvados ha rememorado cómo sus comienzos con Seminci fueron difíciles, «con una película de Delibes que se recibió con pataleos hace 35 años» (en referencia a El tesoro). «Me propuse conseguir un premio antes o después, jamás imaginé que sería una Espiga de Honor».

Sampietro ha destacado que para ella la Espiga de Honor de la Semana de Cine es «un reconocimiento de cariño muy grande», y que para su vida «Seminci es algo muy importante», donde ha compartido «cosas buenas, cosas malas y cosas divertidas». En cualquier caso, el reconocimiento que hoy le otorga el Festival le supone, en última instancia, algo que recibir «con mucha ilusión».

José Luis Alcaine, más filosófico, asume que un premio a la trayectoria profesional implica, ineludiblemente, «volver la vista atrás», y aunque es alguien que prefiere «mirar adelante a mirar atrás», concede que «es muy interesante repasar y revivir épocas, momentos y películas». Con todo, a vista de pájaro el director de fotografía enfoca su Espiga como «un punto y seguido, un punto y vuelta a empezar». A indicación de Moreno, los cuatro cineastas reflexionaron sobre sus primeros pasos en la industria del cine. Coronado recuerda que con sus estudios en Medicina y Derecho, además de varios restaurantes, asumía que el cine «solo estaba reservado a aquellos cuyos padres ya se podían dedicar a esto». Poder ganarse la vida mediante la interpretación es para el protagonista de La vida de nadie «una bendición que cae del cielo, es una profesión divertida y enriquecedora».

Sampietro, alineada con su compañero frente a las cámaras, también respira su trabajo como una «casualidad», mientras que Alcaine rememoró sus dificultades para ser aceptado en la escuela de directores de fotografía «al no pertenecer a ningún conclave hispano». Para uno de los profesionales más singulares en su campo de la cinematografía nacional, «entonces consideraban que yo no tenía ni idea, porque no me adaptaba a los demás».

De la Iglesia identifica su acercamiento al cine como «de filiación, de pasión y de adicción», cuando miraba al cine como un panteón de dioses «en el que estaban Loki, Thor y Pilar Miró». Su relación «de amor-odio» con su amigo Enrique Urbizu, al que afirma «envidiar profundamente por su talento», fraguó los primeros pasos del autor de La comunidad y El día de la bestia, que aprendió mediante su trabajo en decorados y experiencias con el atrezzo la importancia de la sintonía con el equipo, «No penséis que las películas de Saura o Pedro (Almodóvar) las han hecho ellos, son directores como José Luis Alcaine que si no ajustan bien el diafragma o no quieren a rabiar a su director no tendríamos hoy Ay, Carmela», expuso. «Sin ellos, sin ninguno de los tres, no habría cine español».

Los cineastas agasajados en la Gala del Cine Español de la 66ª Seminci también volvieron la vista atrás a sus mayores logros y se atrevieron a elucubrar sobre su futuro con una Espiga de Honor en su haber. Coronado no tuvo problemas en identificar No habrá paz para los malvados como la mejor decisión de su carrera: «Enrique Urbizu tiene la valentía de romper con lo establecido»; y consideró que el premio de hoy «trae más alegrías pero no cambia tu forma de ver tu trabajo ni de ver la vida».