VÍDEO | La llama de El Vítor vuelve a iluminar Mayorga en una noche de pura tradición

La oscuridad reinaba en Mayorga en la noche de este martes 27 de septiembre. Una fecha que pone los sentimientos a flor de piel de todos los vecinos de la localidad vallisoletana porque su peculiar y ardiente tradición vuelve a tomar las calles en honor a El Vítor por las Fiestas de Santo Toribio. Mayorga aguardaba este momento con un silencio sepulcral hasta que pocos minutos antes de las 22.00 horas la música comenzó a sonar mientras la comitiva presidida por el alcalde llegaba a la ermita de Santo Toribio para recoger al gran protagonista, El Vítor.

Cientos de vecinos y curiosos esperaban la salida del estandarte que da vida a esta tradicional procesión declarada de Interés Turístico Nacional en 2003 y que desde sus orígenes en 1752 la llama sigue prendiendo. El regidor mayorgano Alberto Magdaleno estuvo acompañado del presidente de la Diputación de Valladolid, Conrado Íscar, quien llegó a la localidad de Tierra de Campos para vivir en primera persona esta histórica cita que sorprende a todo aquel que la conoce. Mientras El Vítor se volvía a asomar a un año después a la Plaza de su pueblo donde los mayorganos observaban atentos su irrupción al tiempo que la hoguera cogía más fuerza y las campanas no paraban de sonar. Alrededor de unos 200 vecinos tenían preparado su pellejo para acercarse a la hoguera y prender fuego a lo que sería su antorcha.

Una vez que su pellejo era devorado por las llamas, los participantes de la procesión cívica de El Vítor ataviados con ropas viejas, guantes y sombreros, se ordenaban en fila para tomar el punto de salida en las inmediaciones de la ermita del pueblo. Al grito de «¡Viva El Vítor! ¡Viva Mayorga!», el cielo de Tierra de Campos se iluminaba bajo una gran llama y humareda para rendir homenaje a su historia más ancestral y a la vez querida. La comitiva es la encargada de cerrar la procesión de El Vítor que porta en estandarte y otras insignias de la congregación.

La procesión comenzó su rumbo hacia las principales arterias de la villa terracampina y el fuego hacía su magia en una noche agradable y de pura tradición. De los pellejos ardiendo caía la masa viscosa y negra llamada ‘pez’ que iba dejando su huella en las ropas de los que portaban los varales y en las calles del recorrido. El Vítor no solo es el nombre de la fiesta sino que se trata de un reconocido estandarte formado por una tabla policromada con adornos en tela y florales, concedido al Santo. En su cara visible tiene un mensaje en el que se puede leer «A Santo Toribio Alfonso Mogrovejo, arzobispo de Lima, hijo de esta ilustre villa de Mayorga», mientras que en su parte trasera reza «A expensas de Ángel García Ferro, 1951».

Además, el estandarte contiene anagramas con las letras V, T, R. Venerando su paso, los participantes bailan y cantan al ritmo de la música durante toda la procesión que tiene una duración de más 6 de horas, ya en plena madrugada del 28 de septiembre. Alrededor de las 00.00 horas, la procesión llegaba a la Plaza Mayor por la calle Cuatro Cantones, siendo el momento más esperado de la noche con la subida de El Vítor al Ayuntamiento para observar un espectáculo de fuegos artificiales que terminaba con el canto del himno a Santo Toribio a pleno pulmón por parte de los mayorganos.

La emoción inundaba los rostros de los participantes y de todos aquellos que no tenían sus pellejos, en su interior la llama de El Vítor se prendía y sus corazones estaban más ardientes que nunca. Y es que esta tradición pasa de generación en generación ya que los más pequeños eran los encargados además de abrir la procesión y anunciar a su paso la llegada de las llamas y del estandarte. Sobre las 04.00 horas de la madrugada, la procesión se adentraba en su último tramo para llegar al punto de salida, la ermita de Santo Toribio donde se vuelve a guardar a El Vítor después de una noche inolvidable, y que un año más, Mayorga escribe con letra dorada una nueva hoja en su historia.