El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Castilla y León confirma la condena de dos años de prisión a un profesor de música de Valladold por delito de abuso sexual a una alumna de 12 años, ya que según recoge la sentencia, en una de sus clases el docente manoseó a la estudiante menor de edad. Durante la declaración, el acusado confesó los hechos y aludió a que en aquel momento «se me fue la pinza».
También, el profesor ha sido condenado a inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, así como a la prohibición de aproximarse a la menor en su domicilio, centro de estudios, o lugares que frecuente, por tiempo de tres años, y también se le prohíbe comunicarse con la misma por cualquier medio por igual tiempo. Igualmente a la pena accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de empleo, cargo público o profesión.
La Sala de lo Civil y Penal del TSJCyL, desestimó el recurso interpuesto por el condenado y ha ratificado la sentencia dictada anteriormente por la Audiencia Provincial, que halló al profesor culpable del referido delito y le impuso la citada pena privativa de libertad y la obligación de indemnizar a la menor con 3.000 euros en concepto de daño moral. Los hechos ocurrieron en enero de 2021, cuando la víctima, alumna del condenado durante cuatro años, acudió a la clase de música que recibía de manera individual en clases particulares.
La sentencia cuenta que tanto profesor y alumna se encontraban en una de sus clases en las que comenzó con normalidad con práctica de instrumento. Minutos después, la menor pidió un descanso al docente y éste aprovechó para reproducir un arreglo musical que tenía en el ordenador e invitó a la alumna a bailar juntos. Según las versiones, mientras estaban bailando, el profesor procedió a dar la vuelta a la niña, cogiéndola por detrás y en ese momento le tocó la barriga, al tiempo que le decía que estaba muy delgada.
Seguidamente, el docente metió la mano por debajo de la sudadera del sujetador de la alumna, y la tocó un pecho. En ese mismo instante, la menor se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y ella le apartó. La niña decidió coger su guitarra junto a sus pertenencias y se marchó del aula. Acto seguido, la niña llamó a su madre, que no le pudo coger el teléfono al estar conduciendo, pero más tarde entró en el coche de su progenitora y, llorando, contó todo lo que acababa de suceder.
Poco después, los padres de la alumna pidieron explicaciones al profesor de música y él mismo procedió al reconocimiento de los hechos, ante lo que confesó que «se le fue la pinza».