Sin carburar a domicilio y siempre a remolque en Ourense

El Real Valladolid Baloncesto continúa, una jornada más, sin carburar a domicilio. Los blanquivioleta cayeron en su visita al Club Ourense Baloncesto después de un mal primer periodo (27-17) que dio la iniciativa a un conjunto local que no la perdió en ningún momento. Los de Paco García no bajaron los brazos y lo intentaron en numerosas ocasiones, pero el acierto de los orensanos desde el triple castigó cualquier atisbo de remontada visitante. De inicio, ambos entrenadores, como si de una partida de ajedrez se tratase, optaron por la misma mano de inicio, un quinteto grande titular.

Con Álex Mazaira jugando en casa y al ‘tres’, Kuiper y Allen, Paco García apostaba por un alero alto y los centímetros de inicio, al igual que Félix Alonso, su homólogo. Idéntico movimiento que dio mejor resultado a los locales en las primeras posesiones. Los gallegos, más acertados y fluidos en ataque, asestaron un parcial inaugural de 10-2 que obligaba a despertar a un timorato Real Valladolid Baloncesto. La reacción no se hizo esperar. Un triple de Kuiper acabó con la sequía y la segunda falta personal de Aboubacar, exblanquivioleta, metió en problemas a los del Pazo. Los orensanos, sin embargo, continuaron con mucha precisión y cerraron el primer acto con máxima a su favor con un 27-17.

Los 27 puntos se antojaban muchos puntos, demasiados en contra, y todo pasaba por subir varias marchas atrás y cerrar el rebote. A los vallisoletanos no les interesaba sumirse en un intercambio de golpes y comenzó a cimentar su candidatura sobre la defensa. Y también a esperar que se redujese el soberbio acierto de los locales -11/16 en tiros de campo-, factores que se dieron en el segundo periodo. Aunque por momentos siguió el atasco en ataque, los de Paco García sellaron su aro a cal y canto y comenzaron a coger velocidad con el paso de los minutos. Con Mike Torres en pista, los visitantes pudieron correr y se colocaron a tiro con paciencia y carácter.

Por si fuera poco, la cuarta falta personal de Seydou Aboubacar, técnica incluida, le mandaba al banquillo y añadía un hándicap al juego interior de Félix Alonso. Los castellanos habían despertado definitivamente y, aunque Pilepic evitó que obrasen la igualada, el partido llegaba muy abierto al descanso con el 37-32. Los visitantes habían ido de menos a más y pasaron de recibir 27 puntos a solo 10 en el segundo periodo, ratificando la mejoría defensiva que necesitaban para asaltar el Pazo. También cerraron el rebote, uno de los déficits del primer periodo, el cual había quedado subsanado con la remontada parcial del segundo. Con inercia positiva, el Real Valladolid Baloncesto regresó al parqué del Pazo para continuar con su escalada.

Los de Paco García reanudaban la contienda con la lección aprendida y la puesta en escena no fue la del primer cuarto. Agresivos en las primeras líneas e intensos atrás, el RVB logró igualar el partido a 39-39, hasta que un parcial de 8-0 local volvió a abrir brecha. Pero no se descompuso el cuadro del Pisuerga, Allen y Pantzar ejecutaron adelante para recuperar el paso (47-44), aunque el norteamericano, lesionado, se retiró al banquillo con problemas físicos. Y cayó noqueado el cuadro vallisoletano. Los gallegos aprovecharon la confusión para golpear con dos triples sobre la bocina, obra de Urtasun y Gjuroski, para establecer una nueva máxima de 11 tantos con el 55-44.

Dos balazos que obligaban, una vez más y era la enésima, a levantarse de la lona, responder y remontar. Se repetía el guion, solo que estaba vez quedaban apenas diez minutos y la desventaja estaba en 15. Los blanquivioleta, grogui tras el percance de Kevin Allen, se empeñaron en no bajar los brazos e insistir, aferrándose con todo, y lanzaron otro conato de remontada. Un triple de Puidet y una nueva canasta de N’Guessan hicieron que Félix Alonso parase el encuentro con el 63-51 en el electrónico, evitando cualquier atisbo de acelerón. La reacción volvió a frenarse en seco.

Cada vez que el RVB amenazaba con dar la vuelta al partido, Club Ourense Baloncesto respondía desde la larga distancia, castigando una y otra vez. Era el día de la marmota y el acierto local no cesó, evitando, con puntería, que hubiera épica final. Los orensanos, así, mantuvieron siempre rentas cercanas a los 15 tantos y sellaron el encuentro con el 82-72 sin sobresaltos en la recta final.