Ocho de ocho para continuar con la magia en Pisuerga

Continúa el hechizo en Pisuerga. El Real Valladolid Baloncesto volvió a vencer en casa, donde suma ocho de ocho, y pone la décima del curso. Los vallisoletanos, ante cerca de 6500 personas en la grada y con un ambiente mágico, se sobrepusieron a una errática primera parte para imponerse en el último cuarto y mantener la imbatibilidad en el fortín blanquivioleta.

Llegaba con un inmaculado siete de siete en casa el RVB y en busca de poner la octava. Y lo hacía con un ambiente especial y espectacular en Pisuerga. ‘Alargando’ el entrenamiento navideño del pasado martes, con una grada repleta de niños y niñas, los blanquivioleta se contagiaron desde el inicio y desplegaron sus primeros trucos.

Un triple de Kovacevic, una gran canasta de Kuiper y un mate de Kabasele pusieron el 7-0 inicial que avisaba de las intenciones pucelanas. Y devolvía a los aficionados el calor de los primeros minutos. La puesta en escena local fue formidable, amenazando con romper el partido a las primeras de cambio, pero rápidamente se repusieron los de David Mangas. El RV Baloncesto dominó durante todo el periodo, sí, pero el primer acto terminó en tablas (14-14).

De más a menos el cuadro vallisoletano y de menos a más el conjunto cántabro, las inercias no cambiaron en el segundo periodo. Grupo Alega Cantabria CBT, con un buen baloncesto como vaticinaba Paco García, daba la vuelta al partido y se hacía con sus primeras ventajas (16-20). Los pucelanos, erráticos, no lograban dar con la tecla para abrir la defensa cántabra y comenzaban a sufrir para sumar canastas.

El equipo blanquivioleta se atascó por completo y se quedó en esos 16 puntos, circunstancia que aprovecharon los torrelaveguenses para escaparse en el marcador con el 16-25. Con máxima a su favor, los de David Mangas, intensos atrás y muy certeros por momentos, aprovecharon el completo desacierto local para alcanzar el descanso con ventaja (29-34).

No eral la primera vez que el Real Valladolid Baloncesto se veía abocado a la reacción tras el paso por vestuarios. Una floja primera parte, sobre todo en anotación, obligaba a los de Paco García a salir con varias marchas más en el tercer cuarto y con mejor puntería. Los números, fieles a lo visto sobre el parqué, eran magnánimos: 2/13 en triples para los locales, 5/12 en tiros libres y nueve pérdidas suponían demasiadas concesiones, pero la desventaja tenía solución.

De entrada, el técnico vallisoletano optó por poner a sus dos directores de operaciones juntos. Mike Torres y Pantzar compartieron parqué y el RVB, con otro aire atrás, echó el cerrojo a su aro. Aunque continuó el desacierto general, puesto que a los castellanos les costaba sangre literalmente, y sudor anotar cada canasta, llegó la ansiada reacción. Un mate descomunal de Belemene, inmenso en defensa en el rebote, consumó un parcial de 7-0 que devolvía la iniciativa a los pucelanos (36-34).

Retirado al banquillo con la camiseta ensangrentada, Sergio de la Fuente presentaba una herida que incluso le hizo cambiar de equipación, pero el equipo, mientras tanto, continuó con su reacción sobre el parqué. Tarde, pero había despertado el Pucela Basket a tiempo para llegar al último asalto por delante (45-44). El acierto marcaba la diferencia con lo visto en el primer tiempo.

Los de Paco García, sin embargo, no habían alcanzado velocidad de crucero. Los locales estaban aun sin el ritmo deseado y veían como Belemene se retiraba al vestuario para ser atendido por los servicios médicos, sumando otro contratiempo en un encuentro que, tras la reanudación, sí comenzó a dominar con firmeza el cuadro del Pisuerga. Con ocho minutos por disputarse, Grupo Alega Cantabria CBT entraba en bonus.

Atrás continuaba el buen trabajo, pero faltaba destapar el tarro de las esencias al otro lado de la cancha. Y Maj Kovacevic ejerció de sacacorchos. Un triple al contrataque del esloveno, el tercero en su cuenta particular, encendió a un Pisuerga casi hasta la bandera y crucial en el tramo decisivo del partido (53-47). Ni siquiera el tiempo muerto de David Mangas frenó a los blanquivioleta, desatados desde entonces.

Melwin Pantzar, más cómodo con espacios y el campo abierto, en un contexto que le permitía correr y hacer correr, pisó el acelerador de un RVB que continuó distanciándose (57-49). El sueco comandó el estirón final y Greg Gantt puso la guinda con un triple que mandó a la lona a los de David Mangas a falta de dos minutos (62-51).

Los de Torrelavega lo intentaron a la desesperada y recortaron diferencias, pero el triunfo no peligró en los instantes finales y llegó por 67-60. La décima de la temporada, ocho de ocho en casa y con un ambiente mágico, el de las grandes noches, en la grada. Cerca de 6500, muchos de ellos niños y niñas, presenciaron el encuentro ganado por el Pucela Basket, que prolonga su hechizo en casa.