Mayorga espera una noche multitudinaria para celebrar El Vítor, su fiesta más mágica que marca «el final y comienzo de nuestro año»

Mayorga celebra en la recta final del mes de septiembre sus Fiestas más destacadas en honor a su vecino más ilustre y patrón Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, siendo la noche más mágica, la del 27 de septiembre, en la que comienza de nuevo «nuestro año», con la tradición de El Vítor. Precisamente, en la noche de este viernes 27, y ya en plena madrugada del día 28 tendrá lugar el «final y comienzo» del año mayorgano. Así han presentado esta cita tan esperada el diputado de Promoción Agroalimentaria y Consumo y presidente del Patronato de Turismo, Moisés Santana, y el alcalde de Mayorga y diputado provincial, David de la Viuda, este martes en la sede de la Diputación de Valladolid.

El regidor David de la Viuda, junto al teniente de alcalde, Rubén San Cirilo, han desgranado los momentos más señalados que tienen lugar durante las Fiestas patronales de Santo Toribio, que se celebran del 20 al 30 de septiembre, y cuentan con doble declaración de interés turístico. Los vecinos de Mayorga han disfrutado ya durante estos primeros días del pregón de las Fiestas, actividades lúdicas, e incluso, conciertos, y ya cuentan las horas para su noche más especial, en honor A El Vítor. La localidad mayorgana se ilumina con las llamas de los pellejos cada 27 de septiembre, y este año, tal y como ha señalado el alcalde del municipio, «cae en la noche del viernes por lo que se espera un gran número de participantes y público«. «Cada año es más evidente el atractivo de esta fiesta ya que no dejan de visitarla fotógrafos para captar instantáneas de fuera de nuestras fronteras», ha ensalzado De la Viuda.

El origen de la Fiesta de El Vítor se remonta al 27 de septiembre de 1752, cuando se recibe en Mayorga, su pueblo natal, la segunda reliquia de Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, natural de Mayorga, fallecido en Zaña en 1606 y canonizado en 1726 por el Papa Benedicto XIII mediante su bula Quoniam Spiritus por su labor de evangelización como Arzobispo de Lima. Debido a que durante el avance de la comitiva cayó la noche, los vecinos salieron con teas y antorchas para poder iluminar el camino. Esas antorchas improvisadas eran pellejos de vino en desuso, que se colgaron de varales para iluminar aquella noche, naciendo así lo que hoy conocemos como la fiesta de El Vítor. Desde entonces, cada 27 de septiembre, los mayorganos se reúnen a las 22.00 horas ermita de Santo Toribio ataviados con ropas viejas, guantes y sombreros, para proteger la piel de «la pez» que cae ardiendo de sus pellejos colgados de varales.

Durante la eterna noche de El Vítor se queman alrededor de 800 pellejos, que eran antiguos odres de cuero, generalmente de cabra, que cosido y empegado por todas las partes menos por la correspondiente al cuello del animal, sirve para contener líquidos para conservar el vino. El empegado se hace con pez, un producto negro y viscoso que tradicionalmente se obtenía cociendo los tocones de pino, ricos en resina. En la actualidad y por la escasez de odres tradicionales, según ha explicado el alcalde de Mayorga, «después de un proceso largo y complejo de búsqueda de una solución adecuada por parte de algunos vecinos preocupados por el devenir de la fiesta, el Ayuntamiento se hace cargo de la elaboración de unas réplicas, elaboradas de la misma forma que los tradicionales a base de pieles curtidas de cabra y pez, que han conseguido que desde el año 2000 la fiesta haya podido continuar tal y como se la conoce, evitando así el riesgo de desaparición de esta procesión por falta de pellejos«.

El 27 de junio de 2003 la localidad recibió la noticia de que la procesión de El Vítor era reconocida de Interés Turístico Nacional, teniendo previamente la declaración regional, un reconocimiento que también actualmente comparte con otra seña de identidad de las Fiestas de Santo Toribio, como son los encierros al estilo de Mayorga. Sin duda, unas fechas en las que la localidad terracampina es visita obligatoria, dentro de la provincia de Valladolid, y que convierte una noche en un auténtico ritual de fuego y devoción.