El RVB despega en Pumarín

Vencer y convencer, que se suele decir. El Real Valladolid Baloncesto despegó en el Pumarín del Oviedo Baloncesto para cosechar la séptima victoria del curso en diez partidos, tercera de manera consecutiva. Los de Paco García, con un segundo cuarto soberbio en el que defendieron, corrieron y castigaron al contraataque, desarbolaron al conjunto carbayón y sumaron un importante triunfo a domicilio para continuar, una jornada más, en la zona alta de la tabla. Los blanquivioletas supieron reprimir la reacción local tras el descanso y brillaron hasta sellar el triunfo.

En el siempre complicado campo de Pumarín, el Real Valladolid Baloncesto saltó al parqué con el tono defensivo que reclamaba el rival y el escenario, firmando una buena puesta en escena. Dos triples de Jordy Kuiper, castigando en el ‘pick and pop’, pusieron a los visitantes por delante (4-9). Y los de Paco García, reacios a ceder el mando, se hicieron fuertes atrás para evitarlo. El mensaje estaba claro desde el principio.

Con mucho ritmo e intensidad, la batalla de Oviedo prometía ser dura y eléctrica, algo que quedó claro desde el principio. Especialmente en la pintura. A los puntos de Jordy Kuiper se sumaron los de Kevin Allen, aunque en el bando local era Óliver Arteaga quien ponía en dificultades al cuadro vallisoletano. Iba de interiores la cosa. Eso sí, ningún bando era capaz de imponerse con solvencia y el primer asalto finalizó con una ligera renta blanquivioleta (18-22).

No conformes con esa ventaja, los castellanos subieron una y dos marchas atrás para escaparse del Oviedo Baloncesto en el segundo periodo. Con la segunda unidad en pista, las ardillas pisaron el acelerador, literalmente, para poner tierra de por medio. Los pucelanos estaban leyendo y anulando la propuesta de Trifón Poch, permitiendo el juego vertical y vertiginoso que tanto le gusta a Paco García. Así, tras varios robos y contraataques consecutivos, el conjunto del Pisuerga se disparó hasta los 11 puntos de diferencia (21-32).

Obligado a pararlo con un tiempo muerto, el conjunto carbayón trató de ajustar su plan de partido, pero los pucelanos no lo permitieron. Solidarios con las ayudas en defensa, leyendo a la perfección los ataques asturianos, las canastas en transición de sucedieron y la ventaja blanquivioleta creció y creció. Aunque reaccionaron los asturianos fugazmente, el RVB retomó su acoso y derribo, subiendo las líneas de pase y volando hacia la canasta rival. Puro ADN blanquivioleta que sirvió para subir el listón de la máxima diferencia hasta los 20 tantos, aunque al descanso era de 18 con un 29-47 en el marcador.

Desatados, los pupilos de Paco García estaban firmando una actuación soberbia a domicilio, en una de las canchas más duras de la categoría y ante un rival que venía lanzado con dos triunfos consecutivos. Asimismo, los números hablaban por sí solos en un Pucela Basket coral, solidario y generoso. Salvo Mazaira, todos los jugadores habían anotado, y los de Pisuerga dominaban en prácticamente todas las facetas del juego, 14-16 en rebotes, 9-11 en asistencias y 4-9 las pérdidas. Y quizá eso justo en su contra.

En veinte minutos sobresalientes, el Real Valladolid Baloncesto se hacía ceñido a la perfección a su plan de partido, sin una sola concesión para el adversario. Tras el descanso, momentáneamente, no. Oviedo Baloncesto, como era de esperar, salió con otro aire, otra intensidad y otra cara. Permitiendo segundas y hasta terceras oportunidades, a los blanquivioleta les comenzó a costar sujetar el rebote ofensivo rival y, en un visto y no visto, los carbayones se pusieron a tiro con un apretado 42-49.

Dilapidada la ventaja conseguida en los primeros 20 minutos, los vallisoletanos, no tardaron en apagar el fuego. Paco García llamó a filas a los suyos con un tiempo muerto que supuso un punto de inflexión. Del 15-2 de salida para los ovetenses se pasó a un 0-10 fraguado tras varios robos consecutivos de Pantzar, ya en pista junto con Sergio de la Fuente, y los visitantes enderezaron el rumbo (44-59). No volvieron a recibir puntos en contra durante los seis minutos y medio que le quedaban al periodo. Reacción excepcional y temple para responder ante la adversidad.

Con problemas de faltas para Gantt y Puidet, ambos realizando un trabajo excelso e invisible, el Real Valladolid Baloncesto entró en bonus muy pronto, con tres minutos y medio aún en ‘crono’, aún así mantuvo su aro sellado. Aunque el partido se embarró por momentos, las ardillas no se salieron del guion y un gran contraataque culminado por Mazaira, tras un tapón de Pantzar y la asistencia de Belemene, implicaba que todos los jugadores visitantes habían anotado. El trabajo coral y la fulgurante reacción se vio reflejada con el 44-65 que cerraba el tercer acto.

Tras casi ocho minutos de sequía al Oviedo Baloncesto, Chuso González vio la luz, pero Mazaira dio la réplica desde el perímetro. Un triple para acabar con el posible conato de remontada y enfriar a los locales. Con la venta que atesoraban los visitantes, los últimos coletazos del encuentro transcurrieron sin sobresaltos, puesto que el Pucela Basket no permitió reponerse a los ovetenses. Manteniendo el colchón y sabiendo jugar con los tiempos, sin incurrir en relajaciones, los blanquivioleta terminaron de alzar el vuelo y se llevaron la victoria 64-81 a su feudo. Siete en diez partidos y tres consecutivas.