Sin dos de sus figuras destacadas como Kovacevic y Vucetic, sin apenas descanso después de tres partidos en ocho días, y con relevo en el banquillo tras el adiós de Iñaki Martín, pero el Pucela Basket ofreció un derroche de deseo por la permanencia y lo dejó todo para imponerse al Odilo FC Cartagena CB, una de las revelaciones de la temporada. Tras una exhibición defensiva y una labor coral, con mención especial al estelar Eric Demers, Alejandro Paniagua se estrenó en el banquillo del Pisuerga con una victoria, la undécima del curso, trascendental para seguir creyendo y dando argumentos para la permanencia. Un recién ascendido que está en puestos de playoffs por derecho propio, aún con bajas también,.pero el Pucela Basket dio una exhibición en muchos aspectos del juego y completó, quizá, uno de los mejores encuentros de la temporada.
Con mucho ritmo y acierto presentaron sus credenciales tanto el Pucela Basket como el Cartagena en la antepenúltima jornada. Los locales, más cómodos corriendo y anotando en transición, y los visitantes, con el interior Ugochukwu capitalizando las primeras posesiones, firmaron un inicio igualado y vertiginoso. Pero rápidamente los de Alejandro Paniagua se hicieron con el mando para no cederlo y mejoraron progresivamente. Demers, Mballa y Torres brillaron en los primeros minutos con un RVB tirando de rotaciones cortas para paliar la falta de efectivos ante las ausencias de Vucetic y Kosavevic por lesión. Así, colgándose al contraataque por segunda vez, un mate del ala-pívot francés puso el primer estirón local (11-7) y los vallisoletanos tomaron la delantera. El conjunto del Pisuerga se mostró pragmático y vertiginoso al contraataque, puso tierra de por medio y terminó el primer acto con un botín de 9 puntos. La buena defensa del pick and roll generó muchos problemas al cuadro murciano saltando a los 2×1, permitió a las ardillas robar, correr y distanciarse con un baloncesto rápido, dinámico y práctico.
Aunque se atascó por momentos el RVB, mantuvieron a raya al Odilo FC Cartagena CB con un inmenso Josh Mballa finalizando cerca del aro, un triple de Eric Demers y manteniendo muy alto el listón defensivo. Ahí lo paró el visitante Jordi Juste con el primer tiempo muerto de la partida. Los murcianos reajustaron y mejoraron de inmediato, subiendo líneas atrás y aprovechando las pérdidas locales para responder con un parcial de 0-8. Turno entonces de Alejandro Paniagua para hacer lo propio apenas dos minutos después, apostando entonces por un quinteto pequeño con Juanga al ‘cuatro’ y devolviendo la dirección del equipo a Mike Torres. Y así reaccionó con presteza el Pucela Basket, parando el parcial de los cartageneros y cimentando de nuevo su renta merced a otros dos triples de Eric Demers, que se fue hasta los 8. El norteamericano dio un paso adelante importante y asumió galones para liderar el estirón previo al descanso y que dejó a los blanquivioletas siete arriba poniendo el 46-39. El RVB regresó de vestuarios con otra marcha, con una actitud encomiable, luchando cada balón y enchufadísimos.
La clave radicaba en ver si una rotación de 10 jugadores iba a tener combustible suficiente para lo que quedaba. El cuestionable arbitraje hizo de acicate y colaboró en ese ambiente hostil que aprovechó el cuadro local para seguir distanciándose. Amén de una técnica contra el banquillo local que encendió al respetable, sobre la pista Demers y Mballa echaron más gasolina con dos triples y un mate para abrir brecha. El choque iba de parciales y de nuevo fue Jordi Juste quien tuvo que pararlo. Y otra vez, con rápida reacción cartagenera. El RVB entró en barrena durante varias posesiones, pero la intensidad y agresividad hicieron que los visitantes entraran en bonus con 4 minutos por jugarse. Un triple de Agustí Sans cortó el parcial de 0-5 visitante y Dani Manchón aprovechó esos minutos de locura que tan bien gestiona el palentino para hacer caja desde la línea de personal y mantener la ventaja por encima de los diez puntos. En los últimos minutos iba a ser clave gestionar esfuerzos y ver quién tenía más piernas. Lo que sí demostraron las ardillas es que con actitud y corazón, poco importaba el depósito y paliaron todo eso con un derroche de deseo.
La buena gestión desde el banquillo también fue trascendental, con rotaciones cortas todo el partido y dando descansos programados. Esa guerra de desgaste recogió sus frutos en el periodo decisivo. El ímpetu local sacó tres faltas al cuadro murciano en apenas dos minutos y la sombra del bonus amenaza a los de Jordi Juste, obligados a bajar el nivel de contactos si no querían pagar el peaje de los tiros libres. El RVB aprovechó esos centímetros de margen, impuso su cordura y los puntos de un celestial Demers y de Shemar Wilson agrandaron la brecha (76-61). Agustí Sans entró al campo para dormir el encuentro, para imponer su orden y Sergio de la Fuente se desfondó en la pintura para asegurar rebotes. Así mantuvo el colchón el RVB, que resistió también entrando en bonus y jugando al límite de contactos. Faltaba rematar la faena y poner la guinda, algo que logró Eric Demers a título colectivo y particular. El ’16’ la personificó con puntos, 28 en total, pero fue un trabajo coral, de derroche defensivo, de deseo, de solidez en el rebote y de carácter para llevarse el encuentro por 86-75. Ya en la penúltima jornada, el Real Valladolid Baloncesto visitará al Aircargobooking Ourense el próximo viernes 2 de mayo.