Cuando el reloj blanquivioleta volvió a caminar

Durante meses estuvo en la boca de todo aficionado del Real Valladolid. “Butarque”. Como objetivo, como esperanza, como luz al final de un túnel tan largo como inesperado. “Butarque”. Como el chispazo que permite a un reloj volver a caminar después de un parón prolongado. “Butarque”. Tic tac. “Butarque”.

Fue, sin duda, el partido más especial de todos los vividos. Se tenía que haber disputado el 14 de marzo de 2020, precisamente el día en el que el Gobierno anunció el confinamiento. Casi dos meses después, el 13 de junio, la burbuja del Real Valladolid se presentó en Leganés inmersa en un estricto protocolo. Junto a las mascarillas, el gel hidroalcohólico, la prudencia o, incluso, el miedo, en Butarque existía la percepción de que el fútbol tenía la obligación de convertirse en el ejemplo de que era posible y seguro retomar la vida.

En un estadio prácticamente vacío, una situación a la que hubo que habituarse sin remedio, el Pucela venció 1-2 con goles de Enes Ünal y Alcaraz. Dio un paso de gigante hacia la salvación y, por encima de todo, volvió a ilusionar a miles y miles de aficionados blanquivioleta. Una victoria incomparable.