Y Zorrilla resurgió para volver a vivir una de esas noches que enganchan, que refuerzan, que dan felicidad y buenas noticias. Un final feliz para una historia de cine, un largometraje de 100 minutos agónicos, tensos, sufridos, luchados y sobrevividos. Un partido, el de esta jornada 17 ante el Valencia, en el que los dos equipos se jugaban parte de su futuro, sumidos en una posición en la tabla desalentadora, y gran porción de la estabilidad emocional de los aficionados a falta de un partido más para cerrar el año 2024. Un duelo a cara de perro que se puso a favor en el minuto 20 gracias al gol de Anuar, y que dejó un Pucela con pundonor, con orgullo, capaz de -incluso con uno menos-, demostrar que tiene fútbol de Primera División.
El partido presentaba un escenario crítico. El último clasificado recibía al penúltimo en un Estadio que no celebraba una victoria desde el 19 de agosto, tan lejos que parece otra época. Un periodo incómodo, de silencio, de frustración, de rabia. Con esos ingredientes comenzaba el último partido del año en Valladolid ya que una derrota hundía en el pozo, una victoria daba aire para seguir luchando. La moneda cayó cara, y de qué forma. Porque este viernes se vivió un duelo de los que se recordarán a pesar del insulso inicio, minutos intrascendentes en los que los dos conjuntos buscaban su lugar sobre el césped. Los mismos nervios, la misma necesidad. Pero con la familia blanquivioleta a favor. Así llegó el 1-0, a la postre el único gol, en una galopada de un pura sangre blanquivioleta, de un canterano que juega con el corazón, de un Anuar que rebañó el balón casi en el medio centro, pisó área en solitario, salvó la llegada de César Tárrega y en el mano a mano batió por un lado.
Con suspense, ya que el portero tocó, y la pelota entró mansamente. Suspense, el género de este partido de ficción. Esa acción justificó todo lo demás. El que se adelantara este viernes 13 de diciembre tenía mucho ganado. Lo hizo el Pucela, y ganó tranquilidad, se asentó con balón, desplegó sus virtudes. Qué diferente es un equipo con confianza. Al mismo tiempo, el Valencia puso energía, pero sin precisión. Quiso, pero no pudo. Con balones laterales que no hacían mella en la defensa blanquivioleta, consciente de que había que agarrarse a este más tres con hasta el último gramo de fuerza. Ese ímpetu valencianista se acentuó tras el descanso. Salió mejor el conjunto che y relució la versión más brillante del Real Valladolid, con Álvaro Rubio en el banquillo para celebrar su primera victoria como responsable de la primera plantilla, y con un Diego Cocca que presenció el encuentro en directo en uno de los palcos privados del José Zorrilla.
Creció el equipo y crecieron los jugadores individualmente, con dos soberbios centrales en Javi Sánchez y un joven Juma que evoluciona cada semana; con dos laterales de los que no negocian el esfuerzo, Luis Pérez y Lucas Rosa incombustibles; con un medio centro defensivo bien juntito, siempre bien posicionado, que se multiplicaba en cada balón; con los jugadores de ataque solidarios en el esfuerzo para tapar espacios. El encuentro se jugó más en la lucha que en la posesión por todo lo que había en juego. Cada balón contaba, cada metro era significante. Tanto que el propio Hein apenas tuvo trabajo, a pesar de que la segunda mitad se jugó prácticamente en campo propio. Tocaba aguantar como fuese. Recordar el partido del Athletic y conjurarse de que eso no podía volver a pasar. Pero llegó el minuto 79, el VAR revisó una acción y Latasa fue expulsado con roja directa.
Era lo que faltaba para la épica. Diez minutos -que fueron 18 con el tiempo añadido-, en los que el Real Valladolid fue un muro, un frontón, una muralla, o cualquier referencia defensiva que cada persona maneje. Se llamase como se llamase, lo vital era que la pelota no entrase. Y en esa labor participó de forma imprescindible la afición vallisoletana. Esa frustración, esa rabia, quedaron aparcadas para volver a ser uno junto a los diez futbolistas sobre el césped. La grada puso esa chispa definitiva para que el equipo continuase guerreando, aguantando, achicando. Hasta el liberador pitido final con el 1-0 en el marcador. Así, el Pucela vuelve a recuperar la sonrisa gracias a uno de los nuestros, un Anuar que sabe lo que es sufrir con la blanquivioleta, pero que esta noche ha visto que con esfuerzo y sacrificio, la recompensa acaba llegando.
FICHA TÉCNICA:
(1) Real Valladolid: Hein; Luis Pérez, Javi Sánchez, Juma, Lucas Rosa; Kike Pérez (Meseguer, min. 77), Jurić, Anuar; Iván Sánchez (Mario Martín, min. 58), Marcos André (Machis, min. 70), Moro (Latasa, min. 70).
(0) Valencia CF: Dimitrievski; Foulquier (Sergio Canós, min. 67), Mosquera (German V., min. 80), Tárrega, J. Vázquez (Yarek, min. 46); Fran Pérez (Almeida, min. 46), Pepelu, Javi Guerra (Rafa Mir, min. 61), L. Rioja; Diego López, Hugo Duro.
Goles: 1-0, Anuar, min. 20.
Árbitro: Ortiz Arias (C.T. madrileño) amonestó con cartulina amarilla a los visitantes J. Vázquez; y a los locales Kike, Marcos André, Latasa, Javi Sánchez.
Incidencias: jornada 17 en LaLiga EA Sports disputada en el Estadio José Zorrilla el viernes 13 de diciembre de 2024, último partido del año, a partir de las 21.00 horas, ante 18.449 espectadores.